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Walter D. Mignolo
DOCTORADO HONORIS CAUSA

Distinción al mérito intelectual y académico realizada por la
Universidad Nacional de Formosa

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LAUDATIO o ELOGIO ACADÉMICO

sobre la obra y aportes del Dr. Walter D. Mignolo

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PALABRAS A CARGO DEL DR. ERNESTO FABIAN GIULIANO

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Señor Rector Prof. Especialista Augusto Cesar Parmetler 

Señor Vicerrector Dr. Emilio Gripaldi, 

Señores, Consejeros y Consiliarios, 

Estimados y estimadas colegas, 

Estimados Estudiantes y no Docentes,

Integrantes de las distintas culturas presentes:

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Es un honor para mí ser el encargado de pronunciar esta laudatio para el querido y admirado Prof. Dr. Walter Mignolo.

Mi presentación al respeto,  consta de tres ejes: En primer lugar, hablaré de la persona de nuestro distinguido profesor. Luego me ocuparé de sus obras más notorias. Finalmente, reseñaré cómo esta se relaciona íntimamente con nuestra región en general, con nuestra universidad en particular -eje sobre el cual aportará algunas palabras el colega Rodrigo Villalba Rojas- y en dicho marco la relevancia que cobra, este hecho trascendente como lo es, el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa.

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Walter Mignolo, es considerado uno de los padres de la llamada red modernidad/colonialidad. Pero allí, no ha llegado fruto de la casualidad. Como está acostumbrado a señalar entre sus escritos y en tantas entrevistas que le han realizado a lo largo de su dilatada trayectoria, Mignolo siempre ha dicho, que este espacio de la Red al que abraza con tanto cariño, es fruto de una opción. Una opción que interpreto, no es solo de vida, de estar y de ser, sino también una opción epistemológica frente a otras epistemologías dominantes que se han impuesto en América Latina, fundamentalmente de raíz eurocéntricas.

Mignolo, se reconoce como uno de los animadores de dicha red y como tal, se ha convertido, en una figura destacada del campo académico contemporáneo, maestro formador en diversas universidades del mundo, es un intelectual comprometido con las luchas sociales y la ampliación de los derechos humanos. 

Su involucramiento con estas luchas, y su defensa de los grupos subalternos, principalmente afro-latinos, afro-caribeños, comunidades indígenas, campesinos entre otros, tienen sus raíces en la conexión de algunas coordenadas en la vida del profesor Walter.

Una de esas coordenadas se vincula con su origen. Mignolo nació en Corral de Bustos, provincia de Córdoba. Una zona enclavada en lo que se denomina la pampa gringa chica y donde llegó gran parte de la inmigración italiana a fines del siglo XIX. Se trata de un territorio que fue habitado por los indios ranqueles donde llegó Lucio V. Mansilla en una de las campañas de mediados del siglo XIX destinadas a limpiar la pampa de indios, para servir a la producción de cereales y carnes con destino a los mercados internacionales. Allí en su Corral de Bustos natal, Mignolo hijo de un padre Jornalero de aquellos campos e integrante de una familia numerosa de inmigrantes italianos, pudo terminar sus estudios primarios y secundarios. Sus lecturas apasionadas de Camus y Kafka y más específicamente del “mito de Sísifo” lo inclinaron definitivamente por la filosofía y la obtención de su título de grado en la Universidad Nacional de Córdoba.

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En 1968, gana una beca que ofrecía la universidad para estudios en el extranjero, y ella, lo llevó a Francia para su formación doctoral. Allí, fue a participar de un ambiente que en aquellos años leía y discutía los planteos teóricos del estructuralismo y pos-estructuralismo, de la mano de Levi – Strauss, Barthes, Derrida y Foucault. En ese escenario europeo, comenzó Mignolo a percibir un sentimiento de “diferencia”. Una “diferencia” que se expresa en coordenadas que dan lugar en un sentido de “no pertenencia”. Son esas coordenadas que junto a sus lecturas de Chomsky, Schmitt, Maturana y Varela, en los que Walter encuentra, diríamos un desvío en la orientación de sus trabajos, que hasta principios de los años 80, oscilaban entre la literatura, el estructuralismo, la gramática generativa y la filosofía del lenguaje. 

Ese desvío, sumado a esta percepción de la diferencia y ya instalado en Estados Unidos, un amalgama que enciende diría, a lo que Mignolo considera su segunda reencarnación y el despertar de una epistemología otra. Una desobediencia frente a las epistemologías imperiales, una desobediencia de colonial. 

En 1981 y 1982 publica dos artículos fundamentales: “El metatexto historiográfico y la historiografía indiana” y “Cartas, crónicas y relaciones del Descubrimiento y la Conquista”. Este último, una monografía, que será la base para lo que luego se convertirá en una obra hito en los estudios coloniales: “El lado más oscuro del Renacimiento”. 

Considero, al respecto que en el gran abanico de aportes realizado por el profesor Mignolo, existe una trilogía que constituyen, las obras que marcaron el posicionamiento y la plataforma sobre la que se propagan en el mundo sus ideas y sus luchas. Ellas son: El lado más oscuro del Renacimiento (1995), Historias locales / Diseños Globales (2002), y La idea de América Latina (2006).

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En El lado más Oscuro del Renacimiento, se ocupa de la colonización del imaginario, usando una expresión de Serge Gruzinski en el nivel del lenguaje, oral y escrito; de la memoria y de la historia y de la cartografía. Pero también se ocupa, de las respuestas indígenas a las imposiciones hispánicas. Fundamentalmente, creo que la obra radica su principal aporte en develar, que la cara más oscura de la modernidad es la colonialidad.

Esa dimensión velada, se halla presente como un matriz que ha sido forjada desde el Renacimiento y la Ilustración, impulsada por la teología cristiana y, actualmente, reavivada por el proyecto de marketización infinita del neoliberalismo.

La matriz de la colonialidad, devienen del concepto de patrón colonial del poder del sociólogo peruano Aníbal Quijano y que para la obra de Mignolo resultaron de gran relevancia. Este patrón está formado por cuatro cabezas, diría el profesor Walter, que se encuentran interrelacionados: el control de la economía, de la autoridad, del género y la sexualidad, y del conocimiento y la subjetividad. A su vez, esas cuatro cabezas, están erigidas sobre el control de dos piernas, que son la fundación racial y patriarcal del conocimiento.

Se podría decir, que en general, el libro expone la penetración de las racionalidades epistémicas occidentales, revelando tanto sus limitaciones como su génesis geopolítica, pero además, el libro cuenta con un subtítulo, que en su segunda parte para mí detona la clave que orienta las coordenadas al camino del desprenderse de aquella matriz, dice: “opciones decoloniales” y anuncia con ello, el antídoto: la construcción dinámica de una estrategia de epistemología decolonial, o dicho de otro modo, de vías-otras de ser en el mundo. Una ¿Opción en relación a qué? Por un lado, a los grandes meta-relatos imperiales y, por otro, a las formaciones disciplinarias.

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Estas coordenadas, se conectan con su segunda obra, Historias Locales / Diseños Globales. Colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. El eje central del libro es debatir con el pensamiento poscolonial generado en Estados Unidos por intelectuales provenientes de zonas del Tercer mundo, como Edward Said (de Palestina), Homi K. Bhabha (de india); los posmodernos (Lyotard, Vaattimo) y los posestructuralistas (Foucault, Deleuze, Derrida), y desde el pensamiento de las Américas (sin ingresar en el debate América Latina, Iberoamérica o Hispanoamérica) propone un pensamiento fronterizo que está emparentado con el pensamiento otro del marroquí Kathibi, la criollización de Glissant o el nuevo lenguaje mestizo de la chicana Gloria Anzaldúa. Algo muy similar a nuestro cotidiano lenguaje formoseño, mezcla de castellano, con guaraní y con condimentos creativos de la 'formoseñada'. 

El pensamiento fronterizo, centra su análisis en la diferencia colonial, la subalternización y las intersecciones del conocimiento que no se encuentra instalado en ninguno de los extremos, por ello, rechaza toda jerarquía binaria desde la que se puedan construir los mapas culturales (de tipo identidad-alteridad, occidente-oriente, sur-norte). Para ello, Mignolo utiliza la palabra gnosis, como término que nos permite alejarnos de las confrontaciones clásicas de la epistemología occidental, entre epistemología y hermenéutica. La gnoseología fronteriza, en tanto discurso sobre el sobre el conocimiento colonial, es concebida en la intersección conflictiva del conocimiento producido desde la perspectiva de las modernidades coloniales en Asia, África, las Américas y el Caribe. 

Así entonces, el pensamiento fronterizo se ubica entre las historias locales y los diseños globales. Se trata de un pensamiento que remodela la gnoseología moderna en términos de conocimientos subalternos. Se trata de abrir las puertas para que fluya el ¿Cómo se piensa desde la subalternidad?

Se trata, de invertir al pensamiento cartesiano que plantea: Pienso, luego existo, en “Existo, luego pienso”. Es la inversión de-colonial. Esa inversión nos lleva a posicionarnos epistémica y políticamente desobedientes, nos permite llegar al “Soy donde Pienso”, en el cual se articulan la geo-política (marcada por la clasificación territorial imperial, por ejemplo, tercer mundo, países subdesarrollados, etc.) y la corpo-política (cuerpos y lenguas que está fuera de la epistemología imperial). Así entonces, los pensamientos no son abstracciones universales, fuera de todo tiempo y lugar, como lo creía cierta modernidad, sino que se ubican en la geopolítica del mundo, están espacializados y tienen sus múltiples historias. Parafraseando a Mignolo, son historias locales que diseñan lo global. 

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A partir de estos aportes fundamentales, el libro La idea de América Latina, conjuga el proceso que dio lugar a la aparición de América en la conciencia europea, con la emergencia de la idea de “latinidad” ligado fundamentalmente a Historias Locales/Diseños Globales. Esas reflexiones ahondan en la exterioridad, del pensamiento fronterizo, en la opción de-colonial, orientada hacia el pensamiento y la acción indígena, afro-latina y latina en Estados Unidos. Esas reflexiones, resultan relevantes para una Formosa, que primero como territorio y luego como provincia, ha transitado por las heridas sangrantes de la colonialidad y el lado más oscuro de la modernidad, expresadas en la masacre de Rincón Bomba. Ello, nos moviliza a la búsqueda y al encuentro de una humanidad que gire hacia el “soy donde pienso”.

 

El pensamiento de Mignolo entonces, nos trae a nuestra región, la región chaqueña en la que se ubica la provincia de Formosa, allí como dice nuestro himno – marcha: “En el “costado norte de la patria, con sangre de quebracho y piel de algodonales”. Somos producto, del corrimiento de la frontera de aquella modernidad que planteaba “civilización o barbarie”, luego de superada la lamentable guerra de la triple alianza. 

Es el norte, que te abraza querido Walter y te dice: BIENVENIDO, bienvenido a la provincia, que hace más de un siglo se forjó en la frontera y sirvió como en tu Corral de Bustos natal, a proveer con su trabajo y su sangre, a la Argentina europeizada y agroexportadora en sus inicios. A servir de engranaje, en la actualidad, a las cadenas de valor global del sistema mundo moderno colonial-neoliberalizado. En este marco, el pensamiento fronterizo que propones, impulsas y por el que luchas, constituye para estas latitudes un bálsamo que nos invita a (re) pensarnos, a reavivar la llama de la esperanza, que un lugar otro es posible. Y que desde luego, nos anima a ir en búsqueda del barro que mezcla nuestros orígenes guaraníes, wichi, qom, pilagá, criollos, y castellano para que funjan desde allí el giro de-colonial. 

 

Esa es la importancia, esa es la relevancia que pensadores como Mignolo significan para Argentina y provincias pluriétnicas, pluriculturales como lo es Formosa y su comunidad Universitaria, que en el (re) pensarnos, supere los desencuentros en un espacio, por que no, de pluriversidad. Un territorio, donde la subalternidad es el cotidiano, es nuestra historia local. De allí la trascendencia que cobra para esta ceremonia y para este acto en la que se otorga a WALTER MIGNOLO el diploma de DOCTOR HONORIS CAUSA.

PALABRAS A CARGO DEL DR. RODRIGO NICOLÁS VILLALBA ROJAS

 

Señor Rector Prof. Especialista Augusto Cesar Parmetler 
Señor Vicerrector Dr. Emilio Gripaldi, 
Señores, Consejeros y Consiliarios, 
Estimados y estimadas colegas, 
Estimados Estudiantes y no Docentes,
Estimadas autoridades presentes,

Estimado profesor Walter Mignolo:

 

Realmente muy honrado de formar parte de esta ceremonia y este elogio a la obra de Walter Mignolo, aprovecharé la oportunidad para compartir algunas reflexiones -que elaboramos con Dra. Alejandra Vidal- en torno a la relevancia que comporta la obra de nuestro ilustre invitado, tanto para pensar el hacer cotidiano en el espacio universitario, como para los trabajos de investigación, extensión y divulgación en el espacio de la comunidad, en especial desde al área de las Humanidades y las Ciencias Sociales en que se enmarcan los proyectos del Instituto de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio, así como el posgrado de Especialización en Políticas y Prácticas Culturales.

 

Para iniciar estas palabras, quisiera retomar la figura del Himno de Armando de Vita y Lacerra, que describe a Formosa haciéndose “curva al costado norte de la patria” como si anticipara, desde la poesía, esa posición liminal a la vez que la irregularidad de una forma, su curvatura, un giro que siempre podrá ser sobre sí, o en sí mismo. Desde este lugar, ambivalente, lugar de inminencia, de costa y umbral, ¿por qué puede o debe importarle a Formosa el pensamiento decolonial? 
Esta es una pregunta que comenzamos a responder ya mirando esta curvatura en el mapa, este lugar geopolíticamente fronterizo, espacio que imagina y presencia el cruce entre lenguas, cosmovisiones, naciones (en el sentido de pueblos y estados-nación), y en esa dinámica, nos llama a pensar más allá de las construcciones de identidades que se originan en las políticas de nacionalización a uno u otro lado de la frontera, porque también expandiéndonos en los diferentes puntos cardinales hallamos comunidades, culturas y etnias que demandan marcos interpretativos diferentes de los que se imponen y diseminan desde los órdenes legislativos, las pedagogías escolares y los imaginarios sociales. 
La colonialidad vista desde aquí tiene como ingrediente principal algo que no está en las ciudades, algo que no tienen otras universidades especialmente de lo que reconocemos como “el centro” del país, y sugiere un hilo que une la obra de Walter Mignolo con la Universidad Nacional de Formosa, con las investigaciones y las problemáticas que nos toca abordar en el trabajo con otras lenguas y otras culturas. 

 

Si la colonialidad, aún presente y con plena vigencia, ata a las sociedades actuales de Latinoamérica, de Argentina y Paraguay, de Formosa y alrededores, a una ilusión-aspiración permanente de participación activa en el orden global del capitalismo, de progreso económico y prosperidad que en nuestra coyuntura parece cada vez más distante- si la colonialidad ata a nuestras comunidades a esa ilusión de protagonismo en una moderna matriz colonial de poder, la perspectiva decolonial y el pensamiento fronterizo -categoría que nos dona gentilmente Mignolo- vienen a conmover y problematizar esos imaginarios, devuelven la posibilidad de ver dónde estamos y cómo podemos construir y construirnos desde una frontera que se examina y se reinventa desde la multiplicidad y las tensiones; nos ayudan a pensar que las comunidades y lenguas no acusan homogeneidades, ni una mera coexistencia en la heterogeneidad, no responden a órdenes dados como naturales y pueden luchar, desde la desobediencia epistémica, por una liberación verdadera. Nos ofrece  el gesto de re-situación -de repensar los órdenes y las dinámicas humanas de una manera inusual, contra-hegemónica, revisar nuestros saberes y las pedagogías que apuntalan la cultura dominante.
En un mundo donde los órdenes globales del capitalismo pugnan sobre la matriz occidental, la decolonialidad -nos dice Mignolo en On Decoloniality (2018)- apunta a “emprender una reconstitución epistémica en busca de patrones de re-existencia, no sometidos a aquello que desean y esperan los diseños globales de des-occidentalización y re-occidentalización” (223; mi traducción; en el original: "The goals of decoloniality are delinking from CMP to engage in epistemic reconstitution in search of patterns of re-existence not subjected to what rewesternization and dewesternization designs wants and expects"), porque se trata de una transformación que nos encamine hacia un modo otro de saber, pensar y creer, un re-existir en la frontera y en los márgenes como praxis decolonial que devele incluso formas situadas de sentir y amar.
Desandar, desmontar la colonialidad se presenta como una tarea compleja, porque por momentos asistimos al espejismo de que las culturas que nos rodean no fueron totalmente colonizadas -porque si no fuese así, claramente no las tendríamos frente a nosotros, no buscaríamos comprenderlas e interpretarlas. Pero por otro lado, es evidente que esos pueblos han sido afectados/atravesados por la colonialidad que -en palabras de Walter Mignolo- interrumpió todos los futuros en el planeta. Esta circunstancia interpela nuestro hacer, hoy, aquí y ahora, en una universidad -herencia por antonomasia de la matriz colonial del poder-, nos interpela desde las tareas iniciales de registro, documentación y análisis de lenguas y culturas, de exhumación de documentos, de interpretación de datos, soportes, fuentes; nos  plantea un dilema, nos empuja a habitar el dilema, sea sobre los modos y medios de hacer e intervenir en esas realidades, sea sobre la paradoja de aportar al pensamiento pero coartar el desarrollo de temporalidades otras. Y una infinidad de preguntas.


La frontera entre dos naciones, Argentina y Paraguay, espacio de permeabilidad e intercambios, de zonas ciegas, de legalidades y clandestinidades, aperturas y cierres, exclusiones y resistencias, es el espacio del protagonismo de la ambivalencia, las dobles ciudadanías, las mudanzas y procedencias, la danza infinita entre dos lenguas, guaraní y castellano que se articulan y desarticulan, se re-configuran y escapan a cualquier lógica gramatical, se infiltran en -pero sobre todo hacen- la música, la religión, la literatura. 
Con un panorama de tales dimensiones, dinámica de la desobediencia explícita, la obra de Walter Mignolo nos guía a preguntarnos por qué no apuntalar la desobediencia epistémica, por qué no pensarnos desde esas fluctuaciones y ambivalencias, a qué le temen la terminaciones sensibles de la matriz colonial del poder, qué epistemes permiten que continúen activos los mecanismos de expulsión y restricción de las movilidades y pensamientos, que a lo largo de más de un siglo llevaron a afianzar los prejuicios de clase, género, nacionalidad, la xenofobia, la violencia física y económica.
La red colonialidad/modernidad, circuito de crítica, debate e investigación que coordinara Aníbal Quijano y en cuyo devenir se inserta el pensamiento de Walter Mignolo, problematiza fuertemente el concepto de ‘colonialidad’, empleado en principio para explicar lo que queda instalado en la sociedad -en sus prácticas, cosmovisiones, imaginarios y anhelos-, después de la ocupación y dominación de un territorio por parte de un poder extranjero; en otras palabras, terminada la colonización, queda instalada una lógica de funcionamiento colonial.  La colonialidad prolonga el funcionamiento de la matriz colonial del poder y del saber en el territorio y las sociedades, e impone formas de vivir en sujeción a esa lógica. Y, precisamente dentro de ella,  el sujeto colonial no lucha contra el aniquilamiento de su cultura, ni contra el pensamiento hegemónico o quien lo representa, y al que en ocasiones llega hasta a idealizar (porque el secreto de la hegemonía es la ilusión de un orden natural necesario). 
El sujeto colonial  tiende a despreciar lo propio en beneficio de regímenes, bienes culturales, aspiraciones y filosofías foráneas, implantadas. Tiende a construir en su imaginario una idea de superioridad de la cultura dominante y así, a partir de esa idealización naturaliza la cultura colonial como la cultura por antonomasia, operación que vehiculizan las instituciones educativas, los medios de comunicación y sobre todo cada uno de los sujetos coloniales. En este escenario, las lenguas sustituyentes no son vehículos equivalentes para la expresión cultural y la lengua de “mayor prestigio” se suma al repertorio de los hablantes para funcionar como “lengua modelo” e incluso como lengua materna de toda una generación de hablantes cuyos padres tuvieron como primordial la lengua de sus ancestros. Así también la historia, las artes, la filosofía y el orden político colonial sustituyen y desplazan las historias comunitarias, la multiplicidad de sus artes, sus expresiones religiosas, sus corporalidades, sus modos del buen vivir, que no aparecen en los libros escolares o se han rebajado a la jerarquía menor del folklore o el localismo curioso, que no se enseñan en las instituciones porque al sistema educativo -y al orden neoliberal, expresión contemporánea de lo colonial- no le resultan funcionales. 

 

Fenómenos de este tipo pueden palparse hoy en Formosa y en toda la región, las realidades comunitarias desbordan cualquier asomo de delimitación o categorización y pugnan por insertarse en el orden sociopolítico y económico, a la par que progresivamente asisten a la disolución de su patrimonio cultural. Naciones qom, wichí, pilagá, nivaĉle, no son solo aglomeraciones distribuidas en un mapa y su diseminación por los territorios trasciende el trazado de una cartografía. Como conjuntos sociales que se construyen desde relaciones multiétnicas, acuerdos, vulnerabilidades y búsquedas de oportunidades, no podemos dejar de aludir al profundo problema de despojo y suplantación que las atraviesa todavía en el siglo XXI, en casi todos los órdenes. Familias enteras forzadas a la informalidad laboral, excluidas socialmente y empujadas a perpetuar patrones de conducta que las sitúan en un espacio de tensión con la llamada “sociedad criolla”, analfabetas o semi-alfabetizadas desde modelos pedagógicos que ficcionalizan el patrimonio cultural indígena y esencializan el saber ancestral, la lengua, y las costumbres, se constituyen en la prueba cabal de la pervivencia de la matriz colonial, reformulada, aggiornada gracias a las políticas de asistencia y la intervención de organizaciones religiosas, siempre favorables a la construcción de subjetividades colonizadas. En el gesto de problematizar estas realidades complejas y marginales germina el propósito de liberación decolonial, que -dice nuevamente Mignolo- “no puede alcanzarse sin la desobediencia epistémica y la alegría creativa de conocer más allá de las disciplinas, del sistema moderno/colonial de ideas y de la institucionalización de la creencia que colonizó (y aun gestiona) la espiritualidad.” (On Decoloniality, 2018: 225; mi traducción; en el original "If coloniality is a frame of subjection, decoloniality shall be the opening path of liberation. But this cannot be achieved without epistemic disobedience and the creative joy of knowing beyond the disciplines, the modern/colonial system of ideas and institutionalization of belief that colonized (manage) spirituality").

 

Desde nuestro lugar como casa de altos estudios, como investigadores e investigadoras que representan el mundo académico (figura de por sí conflictiva, paradójica por obediente, y entregada a la contradicción cuando adoptamos este marco epistémico); desde nuestro lugar, contribuir a la tarea de de-colonizar, tratar de regresar “lo perdido” por la colonización, resulta en cierto sentido anacrónico (si pensamos en una cronología occidental), pero lo interesante es el movimiento de tratar de recuperarlo. 
Los estragos de la colonización nos ponen frente a situaciones que podríamos caracterizar como trágicas: que no se sepa que se perdió, ni qué se perdió. Si los pueblos saben qué es lo que perdieron pueden hacer un ejercicio de memoria, recrearlo, y en definitiva  recuperarlo, reponiendo algunos vacíos desde el seno de la comunidad. Cuando ni siquiera se sabe que se perdió, no hay opción de recuperar nada, porque no quedó  huella, no hay significante. 
Situados en Formosa, vivimos en un ecosistema de mixturas, alternancias, tensiones entre lenguas, modos de pensar y habitar el espacio, modos de compartir, crear, transformar -donde cada voz es un modo de agenciamiento latente, donde cada voz da cuenta de la riqueza y los alcances de las comunidades y sus lenguas, donde cada voz es el reaseguro para la memoria, la resistencia y el porvenir de las diversidades. Ese ecosistema necesita pensarse críticamente y somos nosotros, inmersos en él, quienes debemos enarbolar esa tarea y avanzar.

 

Con suma humildad, querido profesor Walter Mignolo, en esta distinción de doctorado honoris causa queremos cifrar nuestro agradecimiento por la enorme contribución que significan sus pensamientos, advertencias y proyecciones sobre este extenso debate, y por darnos hoy la oportunidad de compartir con nuestros colegas y  alumnos estas ideas.
Bienvenido a nuestra Universidad Nacional, y muchas gracias.  

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